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Este de Sicilia |
ESTO NO PUEDE SER
SICILIA, piensa uno la primera vez que visita las ciudades del mar Jonio. Por
orden de belleza, Siracusa, Taormina, Catania y Messina. Es decir, no
representan la Sicilia que ronda cinematográficamente por nuestra cabeza, la de la cosa nostra y la lupara
bianca, la de los rebaños perdidos, la tierra seca, el silencio y las
medias palabras (Non vedo, non sento, non
parlo, es la inscripción de la figurita del campesino siciliano que venden
en las tiendas para turistas). Esa Sicilia trágica está en el Tirreno y se llama Palermo y alrededores de Palermo: una de las ciudades más decadentes, desastradas, sucias y conmovedoras de Europa.
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Siracusa - Ortigia |
En una serie de
televisión que cuenta la historia de Totò Riina (el capo de todos los capos de
la mafia que por fortuna se pudre en la cárcel dell'Ucciardone) llega a Corleone un comisario nuevo que proclama lo tranquila que ha sido su vida hasta entonces y que ni siquiera sabe qué es la mafia: “Es que yo soy
de Siracusa”, explica. Y es que en Siracusa, Taormina, Messina (dejemos fuera a
Catania, famosa por el sanguinario clan de los Santapaola), los héroes siguen siendo los de
la Ilíada o las Metamorfosis de Ovidio. Entre Catania y Taormina se encuentra Azi Trezza, donde
según todos los indicios legendarios se sitúa la gruta del Polifemo; en Siracusa
parece que empezó la peregrinación de Dante; y basta poner un pie en cualquiera
de estas ciudades para notar que los griegos no sólo anduvieron por allí sino
que dejaron lo mejor de sí mismos.
Eso sí: no olvidéis que existe Palermo y reservadle un viaje en el futuro a la Sicilia trágica.
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