La Acrópolis
ateniense (acrópolis, ciudad alta) estuvo habitada desde el Neolítico, y en el
1400 a. C. Atenas ya era un centro importantísimo en la civilización micénica.
Los griegos se definían como jónicos puros, ya que durante la invasión dórica
Atenas no fue saqueada, y, aunque en esos momentos perdió parte de su poder, su
posición central en el mundo griego, su emplazamiento seguro sobre la acrópolis
y sus accesos al mar le daban ventaja sobre otras ciudades rivales, como
Esparta y Tebas.
Durante el
primer milenio, Atenas consiguió ser una ciudad estado independiente, y
gobernada por reyes, es decir, la aristocracia. Durante el gobierno de los
Eupátridas (los bien nacidos), Atenas ejerció su influencia y su poder sobre
otras ciudades de la Ática, y creó un estado muy fuerte en la península
helénica, un estado que no estaba exento de conflictos y desigualdades, que
dieron lugar a numerosas revueltas populares.
El caso es
que las revueltas hicieron de la necesidad virtud. En un primer momento, llegó
la legislación de Dracón, muy dura (draconiana); y después, la Constitución de
Solón, que implicó reformas más serias: la reducción del poder de los
Eupátridas, la abolición de la esclavitud y el impulso de una nueva clase
urbana y comercial. Es decir, se pusieron las bases de lo que se convertiría en
la democracia ateniense.
Aunque en la
democracia hubo un paréntesis, con el gobierno de Pisístrato y sus hijos (sobre
todo Hippias, que se convirtió en
un dictador terriblemente impopular), Clístenes fue el sucesor natural de
Solón, y también hizo grandes reformas en la estructura de poder de la ciudad.
La dividió en diez tribus, que constaban de tritias
y demos. Las tritias elegían sus reprensentantes para la Boulé, el consejo
gobernador de Atenas. Y las demos
constituyeron la base del gobierno local. La asamblea estaba abierta para todos
los ciudadanos y controlaba la corte legislativa y la corte suprema (excepto
para los casos de asesinato o religiosos, donde aún decidían los aristócratas).
Este sistema se mantendría hasta la época romana.
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Busto de Pericles. Museo Vaticano. |
Pero gran
momento (o momentazo) que supone la hegemonía de Atenas como centro cultural y
de pensamiento es el siglo V a C. o siglo de Pericles. En este siglo viven las
figuras que dan lugar a nuestra cultura occidental y en muchos campos del saber
y las artes: Esquilo, Sófocles, Aristófanes, Sócrates, Platón, Aristóteles,
Herodoto, Tucídides, Jenofonte, Fidias… Pericles usó los impuestos de la
confederación de Delos para construir el Partenón y otros grandes monumentos de
la Atenas clásica. La ciudad se convirtió, en palabras del propio Pericles, en
La Escuela de Hellas.
El
resentimiento de otras ciudades ante la brillantez y dominio ateniense provocó
la Guerra del Peloponeso en el 431 a. C. Atenas y su influencia marítima se
enfrentó a una coalición liderada por Esparta, vencedora del conflicto que fue
el principio del fin de la Atenas dominante y esplendorosa.
Más tarde
habría de venir el dominio macedonio, Alejandro Magno y, como no, Roma. Pero
eso ya es otra historia muy larga, que, sin embargo, no terminó con la reputación
Grecia como ciudad culta y filósofa.